Dependencia
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La investigación cuyos principales resultados se presentan en esta publicación, adopta un enfoque participativo a partir de la identificación de indicadores sociales basados en la estrategia metodológica de la triangulación. Se parte de una amplia revisión bibliográfica y del análisis del material empírico primario, a partir de los resultados del trabajo de campo llevado a cabo mediante técnicas cuantitativas (dos encuestas) y cualitativas (entrevistas semiestructuradas y grupos de discusión).
Los resultados obtenidos que se presentan a lo largo de la publicación sugieren que, si bien el SAD es valorado de forma muy positiva, sobre todo por la calidad humana de los equipos profesionales que intervienen y la cercanía y relaciones que se producen entre estos y las personas que reciben el servicio, también se percibe un conjunto de disfunciones en su diseño, gestión y prestación actual, de manera que no resulta de suficiente calidad. Del mismo modo, la mayoría de las opiniones recogidas de nuestros interlocutores coinciden en la afirmación de que con el SAD no se llega a cubrir las necesidades de atención integral y personalizada que requieren las personas mayores y sus familias cuidadoras, las cuales siguen realizando a sus expensas la mayor parte del trabajo de cuidados.
Las principales áreas de mejora de la prestación que se sugieren por quienes han participado en el estudio son diversas. En lo que atañe a los equipos profesionales del SAD, pasan principalmente por el incremento salarial y la adecuación en su formación sobre los contenidos y elementos de los nuevos modelos de cuidados. Así mismo, se ha producido acuerdo mayoritario en cuanto a la necesidad de generar mayores ratios de las plantillas con inclusión de otras figuras profesionales (en especial de la terapia ocupacional, pero también de la psicología, la fisioterapia…).
A lo anterior se une otra demanda repetida por las y los profesionales, y que se constituye como uno de los principales cambios a acometer si se quiere que los servicios sociosanitarios de CLD sean considerados como un bien social: la necesidad de emprender campañas informativas dirigidas, tanto a los actores de los sectores de atención social y sanitaria, como a la sociedad entera de cara a conseguir una revalorización de la imagen social de los cuidados y del trabajo que realizan sus profesionales en general y, en particular, de la atención domiciliaria.
Por otra parte, los resultados recogidos en torno al SAD sugieren la precisión, no tanto de “mejorar” este servicio en particular, sino que lo que habría que plantease es su “transformación”. Desde la propia dimensión conceptual, habría que dejar de referirse a un único servicio para definir un conjunto de prestaciones, recursos y apoyos para desarrollar una atención domiciliaria y en la comunidad que sea continuada y adaptada a cada contexto y a cada persona, que ha de poder elegir entre diferentes alternativas. Para ello, se aspira a que el sistema sea capaz de integrar diferentes actuaciones y dimensiones hoy dispersas, fragmentadas o inexistentes.
En primer lugar, poder ofrecer, para adaptarlos a cada caso, un paquete integrado y sin incompatibilidades de recursos mediante los servicios del ámbito social (asistencia personal, SAD, teleasistencia y otras tecnologías, centros de día, productos de apoyo y accesibilidad de la vivienda, prestaciones económicas, residencias y otros alojamientos…), con independencia de la titularidad de los mismos. Por otra parte, desarrollar canales estables de coordinación entre estos y los servicios sanitarios. Del mismo modo, se pide complementar la atención formal y la informal desde un enfoque de género para avanzar en un reparto equitativo en el trabajo de cuidar, ofreciendo formación y servicios de respiro a las familias cuidadoras.
Y para avanzar en el concepto de “sociedad cuidadora” se considera muy conveniente la incorporación de los recursos comunitarios existentes en cada territorio (desde el asociacionismo, el voluntariado, los centros cívicos socioculturales, las farmacias y comercios, entre otros), así como trabajar con las personas mayores y con discapacidad la promoción de la salud y su participación e inclusión social.
La alimentación de las personas va más allá de la propia ingesta de alimentos. Por supuesto ha de ser un vehículo para nutrirse adecuadamente y mantener un buen estado de salud, pero la alimentación también debe proporcionar placer y satisfacción, por lo que es fundamental tener en cuenta, no solo los requerimientos nutricionales de las personas a las que se dirige, sino también sus gustos, sus hábitos y sus preferencias.
Uno de los pilares básicos en los que se apoya el modelo de atención integral centrado en la persona, es precisamente la promoción de la autonomía, el apoyo para seguir tomando decisiones y tener control en la vida cotidiana, por lo que la alimentación, gran protagonista del día a día de las personas, debe satisfacer las preferencias personales, lo que conlleva apostar por menús acordes a las decisiones individuales. La disfagia orofaríngea (DO), reconocida por la European Society for Swallowing Disorders (ESSD) y la European Union Geriatric Medicine Society (EUGMS) como un síndrome geriátrico, es muy prevalente en diferentes fenotipos de personas mayores, desde los que residen de forma independiente en la comunidad (27%), hasta los institucionalizados (más del 80%).
Atendiendo a su elevada prevalencia, su relación con múltiples factores de riesgo, su interacción con otros síndromes geriátricos, las complicaciones que se derivan de ella y su mal pronóstico, este síndrome geriátrico requiere un abordaje multifactorial y multidisciplinar.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología afirma que es imperativo, desde un punto de vista asistencial, enfatizar la detección temprana de los signos y síntomas de la DO en las personas mayores y la optimización de su manejo con intervenciones masivas y sencillas, basadas en la evidencia, que permitan la translación de la evidencia científica a la práctica clínica habitual de los centros sociosanitarios. Lo cual requiere, entre otros aspectos, adquirir nuevos conocimientos y aptitudes para manejar este emergente y prevalente síndrome geriátrico y mejorar nuestra capacidad de trabajo multidisciplinar
Con este objetivo se ha editado el presente manual, que pretende ofrecer herramientas prácticas, tanto a las personas profesionales de los centros sociosanitarios, como a familiares e incluso a las propias personas con DO, para hacer frente a aspectos fundamentales tales como reconocer los signos de disfagia y cómo diagnosticarla, conocer sus principales complicaciones y cómo prevenirlas, planificar el menú, garantizar el soporte dietético y nutricional adecuado, adaptar la consistencia apropiada de alimentos y bebidas, aplicar estrategias ante diversas situaciones terapéuticas, profundizar en los aspectos sensoriales o garantizar una alimentación segura. Todo ello desde una perspectiva multidisciplinar, de las y los profesionales que trabajan día a día en la materia, con la finalidad de otorgar la satisfacción global a las personas usuarias.